lunes, 17 de septiembre de 2012

EN TU SOLEDAD

Este año, tu voluntad y la de tu Hijo, quisieron que pudiese estar sentado en un viejo banco chirriante junto a vuestras miradas evocadoras de Humildad y Soledad. Este año pude encontrar en tu mirada, la serenidad que siempre vengo a buscar en tu capilla, en este reducto de fe y tranquilidad en que se convierte Sto. Domingo para mis adentros. Este año pudo ser, a pesar de que prefiero la intimidad de tus palabras susurradas en la oscuridad del templo, y con la enrejada barrera que nos separa, como único testigo de nuestras conversaciones.
 
No necesito cultos ni fechas especiales para aferrarme a tu Soledad cualquier día, para sentirme querido por una Madre, sabes que mis horas frente a tu altar se cuentan casi siempre como tu nombre, en Soledad. Pero también me gusta acompañar a mi Cofradía, a esas personas que se pasan el año trabajando y como el que más te quieren y te miman, y sobre todo, acercarte al amor de mi vida, para que ella aprenda también a quererte.
 
 
Me gusta que en estos días se ausenten los adornos ostentosos y las abusivas algarabías, que tu imagen no se vea consumida por la presencia de interminables ceras prendidas, ni por el cúmulo de objetos inanimados que no hacen sino esconder ese rostro al que busco ensimismado tras las lágrimas que endulzan tu cetrino rostro. Me gustas así, con la justa luz sobre tu silueta reposada en la roca, que pueda observar tímidamente los detalles de tu imagen y de los que tanto aprendo en mis visitas a tu capilla.
 
Quisiera ser ese ángel que te guarda día y noche, que se aferra a sus tenazas y te entrega los clavos de su muerte sobre tu regazo. Ese sudario manchado de sangre no perturba tu incólume rostro bañado de lágrimas, solo dañado por el dolor de su ausencia en la cruz que a tus espaldas se erige ausente. Observo esa Corona de Espinas que desapareció de su testa cuando fue descendido al finalizar su sufrimiento, esa misma Corona, que unas losas de mármol más a tu izquierda lleva tu Hijo incrustada entre espinas y sangre sobre su macilenta frente.
 
 
 
Vuelvo a ser yo tras mi visita a tu capilla, la reflexión se apodera del alma y el rezo me vuelve transigente, tu presencia reconforta mis pesares, y Tu Hijo con su don de la Humildad, apacigua mis vanidades. Tú que vacías de sentido mis temores más cotidianos, volverás a encontrarme una vez más, sentando en algún viejo banco, buscando esa Soledad que me guíe por el camino que debo seguir llevando.




Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús interpretando la marcha "Soledad de María", dedicada al titular mariano de la Cofradía de la Cañilla, su cofradía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario