jueves, 13 de septiembre de 2012

SIEMPRE DE FRENTE

Vivimos pendientes de esas tres cifras tan volubles, que ni siquiera percibimos cuándo cambian de forma tan vertiginosa, llamadas prima de riesgo, vivimos pendientes de declaraciones de cuatro personajillos de tres al cuarto que necesitan verse en la tele a diario para hacerse notar importantes en el salón de sus casas. Vivimos tan pendientes de factores ajenos a nuestra propia voluntad, que a veces perdemos el rumbo de nuestros propios actos para dejar nuestro destino en manos de políticos inconscientes que presumen constantemente de saber dónde se alojan las soluciones de nuestros problemas, pero ninguno llega a encontrarlas.
 
Pero a pesar de la situación tan aciaga que azota a la sociedad de este país, debemos coger el costal que más agarre al palo y fajarnos, fajarnos bien fuerte, como si fuéramos ha realizar estación de penitencia de mármol a mármol, que dirían los antiguos. Hay que prepararse para el peso que poco a poco va cayendo sobre nuestros suaves cuellos, caen los kilos y no hay tiempo para relevos.
 
Se que cada uno de los españoles, en su mayoría, lleva la cruz lo mejor que puede. Por eso, más vale echarle casta al asunto y tensar los brazos contra el palo. No nos queda más remedio que aguantar la densa humedad que se antoja sofocante bajo los incómodos faldones, con el único resquicio de aire que esporádicamente se cuela entre las oquedades que escaparon a la gubia del maestro en un respiradero.
 
 
Hay que apretar riñones y caer recto en cada levantá que te va surgiendo en la cotidianeidad del día a día, esforzarse cada mañana como si fuese la última chicotá de nuestras vidas, arrimarse fuerte al palo y ser compañero, aunque en algún momento del recorrido tengamos que llamar la atención al de delante por le cuelga el palo. Ser firme en nuestras decisiones y riesgos, y rachear la alpargata contra el asfalto sin dejar mecer los costeros. Para todo hay momento en esta vida, ya seas costalero de misterio, de palio o de silencio, hay que poner la misma ilusión en lo que haces en cada momento.
 
Hay que ser fuerte y no hundirse jamás, arrimar la cerviz siempre hacia arriba con paso decidido en esta suerte de vida a la que nos enfrentamos como podemos. Piensa que tras largas chicotás de trabajo bien hecho, siempre llega el descanso tras la arriá, ese soplo de aliento que te permite volver a soñar con levantar y volver a empezar de nuevo. Y nunca te olvides de rezar en la adversidad como cuando te sientes costalero, de sentir aquello por lo que te encuentras allí, y emprender tu camino con fe y valentía.
 
Sabemos que como en todo, no siempre te has encontrado bajo el paso arropado por el mejor de los capataces o contraguías, incapaces de ver más allá de un traje negro y un cabello rociado con gomina, al igual que nuestros dirigentes. Pero a pesar de ello, nunca aflojarás tus rodillas ante la adversidad ni el cansancio, siempre perdurarás en tu empeño  de ser mejor como persona, de ser mejor como costalero.
 
Quizás me haya envalentonado un poco al querer comparar la vida que actualmente nos ha tocado lidiar con el esfuerzo de un costalero, pero pienso, que en estos momentos tan difíciles que atravesamos, cada cual con sus circunstancias, hay que arrimar más que nunca el hombro, fortalecernos con esos acontecimientos negativos que nos acechan a diario, e ir por la vida como bajo los pasos, siempre de frente.
 

Dedicado a todas aquellas personas que de alguna manera u otra, se enfrentan dignamente cada día, a esta miserable situación económica que desgraciadamente nos ha tocado vivir, para ellos, Siempre de Frente.

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