sábado, 27 de octubre de 2012

EL PARTIDO DE LA JORNADA


 
Levante                                                           
 
Granada CF


  • Fecha: domingo 28 de octubre
  • Hora: 16:00
  • Estadio: Ciudad de Valencia
  • Árbitro: Iglesias Villanueva
  • Competición: 9ª jornada de liga

  • jueves, 25 de octubre de 2012

    ANATOMIA DE UN INSTANTE

    Aprovecho el título de un libro de Javier Cercas, no porque tenga intención de hablar del 23F y nada por el estilo, sino porque creo que viene muy al caso de lo que hoy pretendo hablaros. Y es que, hay instantes que dejan huellas imborrables en nuestra memoria, momentos inolvidables que sólo fueron eso, instantes. Quién no ha tenido a lo largo de su vida algunos de esos instantes que marcaron para siempre la voluntad de sus actos. Aunque no siempre fueron hechos vitales de la máxima importancia, hay veces, que estos instantes se recogen en el gesto más insignificante, obviedades simples y cotidianas, que sin embargo, se funden en lo más profundo de nuestro ser.
     
    Son esos instantes inseparables los que te hacen feliz, la llegada de un juguete de la infancia, una llamada que no esperabas, un rayo de sol que entra por la ventana, una mirada cómplice bajo las sábanas o el ruido de un chaparrón cuando estás en la cama, así como un largo etc. de momentos que perdurarán para siempre en ese cajoncito interno en el que guardamos las cosas que nos van haciendo felices y que queremos retener eternamente.



    Pero, ¿cuánto dura un instante?, ¿es sólo un segundo?, ¿o lo que dura un pestañeo?, quizás minutos, una hora tal vez. ¿Quién determina lo duradero de esos instantes imborrables vividos intensamente? Lógicamente, un instante puede perdurar a través del tiempo en nuestro recuerdo, a través de la reflexión de esos momentos insaciables de recordar una y otra vez esos instantes inolvidables.
     
    Por eso, veo pasar los años contando primaveras, haciendo muescas en el baúl del recuerdo de las Semana Santas vividas y pasadas, y al final, sólo quedan instantes en ese enjambre de alucinaciones que invaden mi cerebro cada vez que destapo la jauría de sueños que tengo de este veneno implacable que me deja k.o. cada año cuando se respira en el aire ese olor a azahar y a naranjo.
     
    Son esos instantes arracimados en la memoria, los que al final perdurarán eternos en el sabor de boca que me dejaron en su momento. Esos instantes bajo los pasos vividos durante todos estos años se aglutinan como mercancía en mi cerebro. Como ese instante inmediatamente posterior a la salida cuando vas  bajo el paso, desinflando toda la emoción contenida durante un año, rompiendo a sudar con el costal en su sitio y apretado, un brazo amigo y compañero que rodea tu cintura sin palabras felicitándote por el esfuerzo, y por estar un año más junto a él. Esa plaza repleta de aplausos que recorren cada poro de tu piel, ese cosquilleo a lo largo de todo el cuerpo, y la mirada fija en la madera que sustenta su cuerpo.



    Son momentos inolvidables que te pueden dejar perplejo en un sitio concreto, una levantá al cielo bien armá, una mirada impertérrita y fija admirando la belleza que reluce bajo el manto. Chicotás de ensueño que que se alojan en tu memoria emocionándote por completo, esos instantes que se pegan como un sello a tu ser sin dejar de acompañarte en tus sueños.

    Como esos instantes inolvidables que he vivido con una simple reflexión, cobijado en tu templo, allí donde a cierta hora del mediodía, puedo observar como un haz de luz te busca con melancolía, queriéndote acariciar el rostro, buscando tu belleza, y poder descansar reposado sobre tu presencia en una Iglesia vacía. Son tantos esos instantes, que quizás haya que ir reciclándolos sin darme cuenta, para acabar alojados en lo más profundo de mi memoria.