lunes, 27 de agosto de 2012

TRASLADO VIRGEN DEL ROCIO A ALMONTE (II)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

viernes, 24 de agosto de 2012

TRASLADO VIRGEN DEL ROCIO A ALMONTE (I)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 

 
 
 

viernes, 17 de agosto de 2012

VUELVE LA TEMPORADA. EL PARTIDO DE LA SEMANA

RayoGranada
 
                Rayo - Granada
 
  • Fecha: lunes 20 de agosto
  • Estadio: Vallecas
  • Árbitro: Matéu Lahoz
  • Competición: 1ª jornada de liga

jueves, 16 de agosto de 2012

A LA CAZA DEL FUNCIONARIO

Leyendo el otro día la magnífica columna del escritor Arturo Pérez-Reverte “Patente de Corso”, en un dominical al que suelo ser asiduo, me iluminó sobre una necesidad que se me antoja imperativa después de leer su artículo. En él, exponía las razones por las que si cualquier trabajador de la administración debía de estudiarse tediosos tochos de temarios interminables, durante posiblemente varios años de su vida, porqué no debían de hacerlo los auténticos administradores de nuestras Administraciones y Órganos de Gobierno, los políticos.

Un cargo, que requiere una capacidad de responsabilidad muy alta y un conocimiento exhaustivo de determinadas materias muy concretas, debería de pasar el más duro de los exámenes para cualificar sus conocimientos sobre la materia. Y es que el político debería de ser un ser superior altamente cualificado y formado explícitamente en el contenido de su materia a desarrollar durante su carrera política. Pero en el mundo real no es así, sino todo lo contrario, los asientos públicos de mayor transcendencia en las Administraciones, no sólo normalmente no están ocupados de gente preparada, sino que a veces, ni siquiera cumplen un mínimo de formación académica con la que adornar tras un marco, un despacho de tamaño desmesurado en cualquier edifico público.

A su vez, en esa misma publicación, pude leer varias cartas dirigidas a la dirección de la misma, en las que se ponía de vuelta y media al funcionario, como si éste tuviese la culpa de la situación económica que atraviesa este país. Es archiconocido el mito del funcionario ramplón que no hace más que ocupar su jornada laboral en dar viajes al Mercadona (sin robar, claro está), y a poco más que hurgarse la nariz durante el resto del día. Pues bien, a su vez creo que todo el mundo sabe que eso no es así, son muchos los funcionarios (la mayoría aplastante diría yo) que se dedican de una manera profesional a ejercer un servicio público de una manera eficiente. No digo que no existan los orangutanes holgazanes que se hacen llamar funcionarios por haber aprobado algún día una oposición, que alguno habrá por supuesto, pero como en todos lados.

Un funcionario es, por regla general, una persona que ha dedicado varios años de su vida al estudio de una materia concreta, sacrificando durante todo ese tiempo todo tipo de relaciones sociales, vacaciones, viajes, ratos con los amigos, con los familiares, y en muchos casos, hasta con sus propios hijos. Hasta que finalmente, si la selección natural de la encarnizada lucha por un plaza juega a su favor, con la suerte siempre de por medio, será producto del sacrificio, el esfuerzo y el trabajo bien hecho.

Por ello, no voy a pedir perdón por ser funcionario, sino todo lo contrario, presumir que fui capaz un día de superar un sinfín de inconvenientes para llegar donde estoy, ganándome con el sudor de mi frente cada nómina que la Administración Pública ingresa en mi cuenta. Otro cantar, son aquellas plazas que se asignan por simple “enchufe”, pero volvemos a los mismos de siempre, no es culpa del funcionario, sino del político de turno, incompetente y corrupto, que asigna plazas a familiares y amiguetes.

Aún recuerdo, cuando justo antes de la crisis cualquier niñato sin estudios podía ganar mensualmente el doble de lo que gana un funcionario, entonces nadie se acordaba de ellos, es más, alguna vez sentí rubor cuando escuchaba reírse de algunos por cobrar solamente 1200€ al mes. En aquella época, yo me encontraba labrándome el futuro que hoy día intento seguir construyendo, sin ningún tipo de ingreso económico, y viendo cómo a mi alrededor se vivía a un ritmo vertiginoso de despilfarro y derroche. Cuando las cosas van muy bien y todo el  mundo gana dinero tanto políticos, como Admisnitraciones como sector privado, el sueldo de un funcionario sube lo que indica el IPC anualmente (si previamente no se lo han congelado), pero cuando todo va mal, son los primeros en sufrir los famosos recortes.

Creo que existe un ataque desmedido al funcionario por regla general, no sólo desde las arcas del Estado con sus famosos recortes, sino desde parte de la opinión pública, que considera que somos origen del problema, y no parte del mismo. El típico argumento de que hay mucha, muchísima gente que no puede disponer de una paga extra, o de horarios concretos, o que como muchos españoles son autónomos y ni siquiera tienen paro cuando dan el cerrojazo a su negocio, el problema no erradica en el funcionariado de este país por sí disponer de todo eso, al contrario, en vez de alegrarnos de ver como a ellos se le recortan todos esos derechos que durante años han sido logrados por la clase trabajadora de este país, habría que luchar porque todos aquellos que no disponen de esos derechos básicos en el desarrollo de cualquier trabajo digno, los tengan.

Se que quizás me esté metiendo en camisa de once varas sacando a relucir este tema, incluso con la postura de defender al funcionario, ya que esto no suele ser muy mediático en cuanto opinión social se refiere. Pero yo soy un trabajador honrado como cualquiera, que está viendo reducido sus emolumentos mensuales constantemente, que vive lejos de casa y que con un sueldo más que normalito, tiene que pagar dos viviendas, viajes constantes, comidas fueras, y todos los gastos que conllevan una vida fuera del hogar familiar.

Porque no todos los funcionarios estamos en un  escritorio sentados viendo pasar las horas en el reloj de la oficina, muchos se juegan la vida a diario por sueldos más que normales y cada vez más recortados, otros pasan noches enteras en vela por la seguridad ciudadana, esa ciudadanía que tanto critica a los funcionarios. Otros tantos pasan semanas, o meses, sin ver a sus familias porque tienen un destino a miles de kilómetros de casa, como por ejemplo, sucede en las islas. La mayoría somos simples trabajadores que ni pinchamos ni cortamos en la economía de este país, sólo somos un eslabón más en la cadena productiva del mismo, necesarios e imprescindibles en la mayoría de los casos.

Seguramente no deberíamos ser fijos indefinidamente, intocables, y ser medidos en torno a un criterio de productividad, el cual determine si cumplimos o no con nuestro trabajo, con eso estoy de acuerdo, y seguramente cualquier funcionario honrado que cumpla eficientemente con su trabajo te dirá lo mismo. Solo queremos no ser víctimas de esta sociedad enfadada con el sistema, cuando la culpa de todo la tienen los de siempre, banqueros avariciosos, políticos ineptos y corruptos, sindicalistas comprados y muchos altos cargos que no llegan a ser más que unos simples analfabetos incultos y pendencieros.

miércoles, 8 de agosto de 2012

ESE LARGO VERANO


El verano es una de las épocas preferidas de la mayoría de la gente, el hecho de poder disfrutar de las ansiadas vacaciones que durante todo el año se van resistiendo en tediosas jornadas laborales, hace mucho, pero son muchas cosas más, los fines de semana acoplado en el piso de la playa de los suegros, las tardes interminables aprovechadas con paseos o deporte hasta la llegada de la tardía noche, las cervecitas en las terrazas de verano de turno, baños en la piscina, y un largo etcétera de cuestiones que hacen del verano la estación más deseada por la mayoría de los mortales.

Pero no es mi caso, el calor que sofoca mi ánimo no me convence, las noches en vela con la almohada chorreando, o la desgana física que el bochorno provoca en mis articulaciones, hacen del verano una estación algo incómoda que siempre quiero que pase rápido. Es cierto, que disfruta uno de más tiempo por aquello de las vacaciones, incluso me gusta aprovechar para hacer algún viajecito cuando puedo, pero como no me llevo muy bien con el sol, y la arena de la playa me incomoda, así que aprovecho esto del verano más que nada para refrescar mi gaznate con cebada líquida bien fresca a cantidades superiores de las que suelo, y debo tomar.


Porque para el cofrade, esto del verano es una época algo incómoda, un invento de aquellos que no nos comprenden para apartarnos de esa pasión que nos embelesa. Cómo podría yo pensar que el verano supera a la primavera, ni de broma, dónde va a parar. Esa estación maravillosa, creadora de vida natural por donde pasa, con aromas a azahar y jazmín y colores anaranjados. Temperatura perfecta donde las haya, ahí está mi primavera, ni frío ni calor, sino todo lo contrario.

Porque el verano es esa época del año quejosa en la que nadie habla de santos, ni se escuchan marchas sonar bajo los puentes, ni el incienso impregna los barrios. Es esa estación sosa, en la que ya no se ven pasar parihuelas cargadas de vigas y sacos por cualquier callejuela, los meses en los que ya pasó la feria, y donde una marisma huelvana vuelve a reponer las marismas de arena.

Pero son en estas fechas estivales en las que más sacamos sin querer el ramalazo. Quién no ha hecho un costal con la toalla de la playa, o ha hecho un capirote con el cucurucho de un helado mientras paseaba dando izquierdos con el niño subido a los hombros por el paseo marítimo. O aquello de ir a escuchar la banda del pueblo tocar y ver cómo sacan al patrón de aquél lugar en el que veraneas. Son pequeñas obsesiones que se escurren sin pensar en este largo verano de sin sabores.


Y es que el cofrade odia el verano, porque no puede justificar una tertulia cofrade ante nadie, porque visiona los vídeos del año furtivamente, como el que le roba algo a alguien. Es en verano, cuando aquellos jartibles pendencieros envenenados por la sustancia cofrade, suspiran por ver pasar los días en el calendario, porque llegue el sosegado Otoño, y comience a rodar aquella vida por la que enfermaron en verano.

Imagino, que muchos de los que lean esto pensarán que exagero, que cómo puede haber alguien que no le guste tanto el verano, pero por otro lado, seguro que aquellos otros cofrades saben de lo que les hablo, que se impacientan por ver pasar la única época del año que no les reporta beneficio alguno en su interés cofrade, que por mucho que les guste a la gente, piensan que qué largo se hace el verano.