martes, 1 de marzo de 2011

EL TRABAJO EN LA SOMBRA

En estas fechas tan importantes para algunos en las que ya vamos dejando atrás el frío invernal y el roce del cálido sol nos anuncia poco a poco la llegada de una nueva estación, fecha en la que el calendario por fin muda sus hojas para acercarse al día señalado en rojo, es en estas fechas casi cuaresmales cuando el engranaje perfecto formado por multitud de personas trabajan a destajo por una causa común. La máquina de la Semana Santa está metida ya en plena faena, muchísma gente dedica horas enteras a realizar una labor encomiable, sin la cual, luego nada funcionaría llegado el momento.

Siempre hemos visto el trabajo que realizan costaleros y capataces en los ensayos, sin fijarnos tanto en los listeros,  contraguías, o incluso en algunos casos algún voluntario que lleva colgado del brazo un picú, sin el cual no tendría sentido el ensayo. Seguramente la pasión que ponen a su esfuerzo es igualmente comparable a la que realiza el capataz cuando se pone delante de un paso a golpe de martillo, o a la que ejercen los costaleros soportando sobre la cerviz su peso. Hay muchas facetas dentro de este engranaje perfecto, que sin ser papeles protagonistas tienen una relevancia importantísima en la ejecución de lo que seguramente serán nuestros sueños. Cuánta gente no trabaja en nuestra hermandad sin ningún tipo de reconocimiento, sin darse golpes de pecho, trabajos que en su mayoría pasan por ser anónimos, pero que sin ellos las cosas no funcionarían como las vemos. 

Se pueden mencionar muchas labores de las que estamos hablando, cuántos no hay que se acercan a su Casa de Hermandad para echar una mano a lo que se ofrezca. Aquellos que forman parte de un equipo de priostía y que ahora estarán a diario limpiando plata con sus propias manos, quitando polvo a los pasos, o montando altares imposibles para el mejor de los cultos para sus titulares. Seguramente haya mucha gente enmendando túnicas con hilo y aguja en mano, muchos otros echándole vigas a las parihuelas de ensayo, aquéllos que sortean su tiempo bajo un puente montando marchas que suenen a gloria cualquier día Santo.


Al margen de Hermanos Mayores, Capataces, Priostes o Secretarios, que a pesar de su árdua y complicada labor al frente de Hermandades enteras, existe mucha otra gente que complementa a la perfección esa labor tan notoria, mientras que esas personas que trabajan a la sombra de los reconocimientos públicos siguen trabajando incansables por una misma ilusión y devoción a sus titulares, que serán los que reconozcan ese esfuerzo llevado a cabo.

Casi nadie conoce a éste tipo de personas desinteresadas que dedican casi exclusivamente su tiempo libre a llevar a cabo tareas, a veces desagradables, pero sin las cuales no podría funcionar el engranaje. Aquéllos que se tiran hasta la madrugada detrás de una barra de casa de hermandad sin beneficio alguno, o aquéllos que enebran lazos en las campanas que sonarán el Domingo de Resurrección, las personas que nos tejen los costales, o que simplemente se tiran horas ante una mesa y se encargan de enviar cartas para que todos sus hermanos estén al tanto de acontecimientos que para otros seguramente resulten vanales.

Son tantas las labores a realizar durante este tiempo de Cuaresma, que me parece injusto enunciar sólo unas cuantas y dejarme otras tantas en el tintero, esta entrada va dedicada a aquéllas personas que a pesar de ser los actores secundarios de nuestra Semana Santa, realizan una labor admirable e imprescindible en el seno de nuestras cofradías y hermandades, sin la cual nada funcionaría ni haría nuestra Semana Santa tan grande. Va por todos ellos.

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