miércoles, 23 de marzo de 2011

26 días para el Martes Santo

Quedan tan sólo 26 días para la llegada del gran día, ese Martes Santo tan esperado por mi devoción, jornada cofrade en la Cañilla. Tan sólo esos días para que todo se tiñe de morado y negro, desde el amanecer en la mañana sólo una cosa ocupa mi mente, el costal negro y por cetro una caña, la Soledad en la capilla de en frente, Santo Domingo repleto de Humildad, la nube de incienso que le acontece y un bosque de nazarenos en el patio del colegio. 26 días para que en el Realejo presida su caña, su rostro y su capa, para que el dorado que le acompaña haga testimonio de fe que fue por Jesús y María donde le coronaron, lo humillaron y lo ultrajaron. Para que la Soledad de su Madre nos muestre el sudario en el que descansó, con un ángel presente como prueba de que en esa cruz quitaron los clavos con los que por nosotros sucumbió. Tan sólo 26 días para que la humildad de su amor inunde nuestros corazones, nos encontremos con Él en cada rincón, y para que a base de chicotás podamos enseñar a Granada de qué están echas nuestras devociones.





Y después de esos 26 días una Lanzada zadainera se clavará en su costado ante la presencia de todo su barrio, Longinos enmudecerá al ver cómo frente a él se acerca bajo palio la Caridad de una devoción de mujeres, que portarán sin complejos a su Madre hasta llevarla a la Catedral y volverla a traer de regreso. Y será entonces cuando el Gran Poder de una plaza espere paciente la salida de la más bonita de las niñas, la de Santa Ana, con el verde Esperanza que le caracteriza mecerá con cariño esas bambalinas que hará las delicias de todos los asistentes. Para cuando todo esto suceda una cruz decana de Amargura bajará a la ciudad con la Alhambra espectante en su andadura, que no habrá más solemnidad que la Virgen de los Reyes con palio de cajón y a sones de Madrugá.





Y tras la espera de estos días partirá el Martes Santo en Sevilla, quedando siempre atónito con el Cerro al llegar a Campana, los Estudiantes y su rachear pausado, San Benito por Pescadería, la Bofetá enmudeciendo al presente, San Esteban en su salida, Los Javieres por Feria, Santa Cruz dando nombre a un barrio y la elegencia y maestría que le da a su palio la gente de La Candelaria. Ole, ole y ole el bendito Martes Santo.


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