
Una vez reanudado el partido, el juego del Granada seguía con la misma seriedad y dinamismo que con la que acabó el primer tiempo, y así fue como se llegó al segundo gol de la cuenta particular de Geijo, una vaselina al portero que convirtió en golazo. Pero ese gol no amilanó al conjunto rojiblanco, que ante la impotencia del rival siguió desplegando un vendaval de juego. Luís Enrique dio entrada a tres jugadores al campo, pero el panorama sobre el césped no cambió nada, el Granada seguía siendo muy superior con el cuero sobre el césped. Hasta que llegó el gol de la tranquilidad, una vez más Geijo hacia llegar el balón en la meta contraria, gracias a un contragolpe conducido por el chileno Orellana y rematado por un rapidísimo Dani Benítez, el campo estalló ante el nuevo gol que dejaba al Barcelona en una difícil situación para remontar el partido.
Y así, se llegó a la recta final del partido. El equipo rival apenas se acercó a la meta de Roberto, y el Granada dominaba el centro del campo con un sobervio Mikel Rico que se adueñaba una vez tras otra del balón. Pero el partido no podía terminar mejor, y un magistral pase de Abel entre la defensa blaugrana dejaban a Geijo en uno contra uno con el guardameta, finalizando la jugada otra vez con gol. El jugador hispano-suizo convirtió su cuarto gol en el partido, convirtiéndose de esta manera en el nuevo pichichi de la categoría.
A partir de este gol el estadio se vino abajo, una afición volcada con su equipo veía como el Granada le encajaba una goleada a un más que digno y difícil rival que sucumbía en el partidazo de Los Cármenes. La afición se vino arriba convirtiendo el graderío en una impresionante ola, nadie se sentaba, todo el público asistente despidió al equipo con una sonora ovación cuando el árbitro hizo sonar el pitido final de la contienda.
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