
Y es que hoy no es día para estar fuera de casa ni para añorar ese bendito barrio. Ni más ni menos que te escribo Señora, un 15 de Septiembre aciago para mi congoja. No hay peor momento para estar lejos de la Carrera, y no poder rezarle a tu Angustia granadina en la Basílica con una fachada abarrotada de color y aroma a flores por aquellos que te aclaman como Patrona de su ciudad. Qué desdicha madre mía, no poder pasear por el Realejo y que los adoquines me conduzcan hasta tu puerta de Sto. Domingo, para poder estar frente a tu capilla y besar tu mano.
Hoy es el día de la Virgen de las Angustias en Granada, y tú, Soledad de María, celebras tu función junto a tus fieles de la cofradía. Soy asíduo a este momento culmen del mes de Septiembre durante hace ya muchos años, pero sin embargo Madre mía, perdóname que en este día tan señalado en el calendario, no pueda llenarme de tu gentileza cuando me acoges en tu regazo. Hoy es imposible para mí poder sentarme en ese banco en el que tantas veces compartimos oraciones, charlas y bendiciones junto a tu Hijo, aquél que derrocha Humildad, por tu mismo barrio.

Y eres Tú la que sostiene sus espinas y sus clavos, la que recibe la mortaja de un hijo crucificado, aquella que llora en Soledad y que con nombre María, preside en el día de hoy la Función en tu honor desde tu capilla. Pero a pesar de no estar junto a ti María, gracias a tu presencia en mi caminar por la vida, he aprendido que como Tú, hay que saber estar en SOLEDAD, aunque sea sólo por estos días.
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