Cuando en la tarde-noche de ayer la mayoría de la población de este país se sentaba ante el televisor o junto el transistor para seguir los más que evidentes resultados electorales, algunos preferimos evadirnos de tanta información política para entretenernos con algo tan básico como el fútbol. A pesar de la intempestiva hora del partido y las malas condiciones climatológicas nos enfundamos el chubasquero y miramos al cielo rogando un poco de tregua allá arriba. Pero la noche no pudo ir peor, a algún descerebrado se le ocurrió fastidiarnos lo que se preveía como uno de los partidos más vibrantes que hubiésemos visto esta temporada. Después de una soporífera primera parte, el Granada C.F. consiguió superarse a su mal juego y al gol en contra recibido, justo cuando marcábamos el segundo gol dándole la vuelta al partido, cuando celebrábamos con Martins el gol dedicado a su hijo enfermo, un malnacido decidió que hasta ahí llegó la fiesta.

No quiero culpar directamente a la famosa Sección Kolokón, pues según informaciones recientes, no es un componente de la misma el responsable de tan deleznable acto. Pero me da igual si es marroquí, menor de edad o si pertenece a un centro de acogida, como se ha dicho por parte de los dirigente del club justificándose, esto hay que evitarlo, hay que pararlo ya. Desde el club se tienen que tomar medidas para que esto deje de ocurrir en nuestro campo, y si la Peña Sección Kolokón está en contra de estos actos, lo cual todavía pongo en duda, que sepan qué gente se sienta con ellos, quién jadea con ellos y quién tira paraguas a los árbitros escondido entre ellos.
Hemos tardado treinta y cinco años en volver a estar donde estamos para que cualquier desgraciado venga de esta forma a mancharlo. Esta no es la manera en la que queríamos volver a la máxima categoría, llenando portadas por actos violentos en el campo, queríamos volver siendo protagonistas por nuestro juego, y no en el papel de villanos. Este detestable personaje ha dejado los colores del club y su escudo por los suelos, el nombre de la ciudad a la altura del betún, y a la afición rojiblanca con la peor imagen posible.
¿Porqué más de veinte mil personas que llenan Los Cármenes cada domingo, tienen que pagar los actos de algunos violetos? Estamos cansados de vernos en los medios de comunicación siempre por lo mismo, que si las lunas rotas de los autobuses, que si peleas con las aficiones rivales, que si paraguazos a los linieres, hasta aquí hemos llegado, debemos poner freno a estos actos vandálicos que no paran de ensuciar nuestra imagen y nuestro nombre.

Somos un equipo humilde, y nos cuesta muchísimo conseguir los puntos, por ello, no comprendo cómo se le ocurrió hacer lo que hizo en ese dulce momento. Ahora toca esperar la decisión de los órganos de violencia deportiva, y que sean benévolos, pero mucho me temo que no será así. No somos un grande del fútbol, por lo que no le importamos a nadie, seguramente quieran dar una lección al resto del fútbol español a través de nosotros. Lo más seguro que nos cierren varios partidos el campo, por lo que si la afición rojiblanca quiere ver a su equipo jugar, durante un tiempo tendremos que desplazarnos varios cientos de kilómetros para ello. ¿Quién va a pagar eso? ¿El subnormal que tiró el paraguazo al campo? Debería, pero me temo que no va a ser así, por lo que el resto tendremos que seguir pagando la subnormalidad de algún desgraciado.
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