Sevilla - Granada
- Fecha: lunes 31 de octubre
- Hora: 21:00
- Estadio: Sánchez Pizjuan
- Árbitro: Mateu Lahoz
- Competición: 11ª jornada de liga
- Emitido por: Gol TV
Pero ese silencio sólo será absoluto bajo el ábside de San Pedro, donde los hermanos de negro aguardan impacientes la llegada de la media noche rezándole al Santísimo. Justo llegadas las doce, ese silencio absoluto será interrumpido cuando las manecillas del reloj de la Iglesia anuncien la hora del Señor de Granada, la hora del Señor del Silencio. A partir de ese momento, ese silencio tan característico para los granadinos tendrá su propio sonido, será el sonido del Silencio.
La noche del Jueves Santo por la Carrera del Darro, suena a rachear costalero, a gargantas entregadas en saetas, suenan a quebranto, a rezo sigiloso, y a la marca de la Cruz de la gente santiguándose a su paso. Suena a murmullo lejano, a acordes musicales desde el Convento de la Concepción, suena al suspirar de los devotos al verlo pasar. El sonido característico de la madrugá se llama irónicamente Silencio.
Hace unos días, se producía una de las noticias más relevantes en el panorama social de nuestro país de los últimos años. Relevante y esperanzadora, ya que al margen de las reticencias que uno pueda tener sobre la veracidad del comunicado de la banda armada ETA y su cese en la lucha armada, no deja de ser una buenísima noticia. Y a pesar de las fechas en las que se produce, a tan sólo un mes de las elecciones, supone un soplo de aire fresco en un más que viciado y sobrecargado ambiente político de nuestro país. Después de muchos meses de negras noticias sobre el empobrecimiento de nuestra economía, y sobre todo de nuestros bolsillos, y de una más que casposa lucha de nuestra ínfima clase política por aferrarse a muerte en el sillón de los ladrones oficiales del estado, una noticia así no podía dejarnos indiferentes, y mucho menos descontentos.
Pero si los hay que van a ver cambiar su vida en el día a día de una manera radical, van a ser lo miembros de la sociedad vasca. Allí, por fin se acabó no poder expresar líbremente tu ideología, no poder ser libre en tu propia casa, se acabó el tener que reprimirte cada vez que la selección española ganaba un mundial, cada vez que el PSOE o el PP ganaban unas elecciones. Se acabó el ir con escolta al trabajo, que tus hijos tenga que llevarlo para ir al colegio desde que nacieron, poder ejercer por fin tu derecho a ser político en el País Vasco, sea del signo que seas.
Se acabaron los funerales injustos, el sobresalto en las noticias cuando estabas comiendo, el tener que llevar la cara tapada por hacer tu trabajo en el mismo País Vasco. Se terminó seguir siendo números uno mundiales en lucha antiterrorista, no queremos tener que destacar en eso. Se acabó tener que ser el más valiente para ser concejal de tu pueblo, para defender tus intereses, y poder establecerte con tu familia sin tener que esconderte. Se acabó ser el más laureado del cementerio, y el rendir homenajes a los que ya no están presentes.
Se acabó simplemente, el vivir sin miedo y poder formar parte de la sociedad sin que tu vida peligre por culpa de tu profesión, de tus ideas, de tus inclinaciones políticas o porque simplemente pasabas por allí cuando un artefacto en un coche explosionaba a pocos metros de ti. Si todo esto llegase a ser verdad, cosa que sólo el tiempo dirá, podremos decir con la boca llena que por fin SE ACABÓ.
Hay una noche al año, en la que el rocío de la mañana escapa al alba para esconderse bajo su arco, y esperar allí en primera fila, la llegada de la Esperanza. Noche de fantasía y maestros, de madrugá nazarena, de raso verde esperanzo en el barrio de la Macarena. Una corneta de Centuria Romana anuncia su presencia, el hijo de la Esperanza al que dictan Sentencia, y su andar va presuroso dejando paso al palio que da cobijo a su Madre, que entre lluvia de pétalos y aplausos se abre hueco entre la gente.
Pondrá en pie la Campana, San Francisco y la Resolana, el bullicio llenará las calles para verla, estrechándolas aún más a su paso. Será Reina en la Alameda, en Feria y en Trajano, y entre saetas y chulería jugará con los balcones que la esperan a su paso, y allí donde el reguero de cera en la calzada marque su itinerario, siempre estará presente con un Rosario en las manos, a la espera de que su Hijo llegue.
A veces tendemos a juzgar a las personas por cumplir una serie de características pertenecientes a un estereotipo, por ejemplo, la forma de vestir. Cuántas veces hemos catalogado a una persona por su forma de vestir, si viste de forma arreglada, con ropa de marca, algo engominado y un afeitado pulcro, solemos decir que es un pijo (primera etiqueta) y seguramete de ideología de derechas (segunda etiqueta). Lo cual seguramente sea cierto, pero no por ello tiene que cumplirse a rajatabla, adjudicándole una serie de rasgos en su personalidad que seguramente ni si quiera tiene (tercera y sucesivas etiquetas), pero por vestir de una forma concreta le asignamos una clase social, de ahí su ideología y posteriormente muchas características de su personalidad, la mayoría de ellas infundadas y seguramente falsas.
Es cierto que vivimos con unos medios de comunicación que no son precisamente objetivos, todos enfocados a ideologías muy marcadas y cada vez más radicales en la defensa de las mismas, olvidando en muchas ocasiones la misión de informar simplemente, de forma objetiva y neutral. Pues bien, en mi caso, a pesar de tener mis ideas bien definidas, lo mismo escucho una emisora que otra, dependiendo de que en cada momento estén radiando algo que me resulte interesante o no, sin influir eso en lo más mínimo en mi forma de pensar.
Hay un olor muy peculiar que se hace característico a todo los costaleros, un olor que analizado, provoca un alarde de sensaciones en la retina del costalero, ese es el olor a madera. El otro día, en cuanto me dirigía a la reunión de costaleros de La Cañilla, en pleno Realejo, tuve esa sensación de manera brutal. Nada más atravesar el dintel de acceso a la casa de hermandad, miré de reojo a las rojizas sábanas que cubren por completo los pasos de nuestros titulares, que en el margen derecho del acceso al local, esconden esas moles de madera barnizadas, doradas o embellecidas en plata que tienen envuelto a todo el rincón en un aroma a madera tallada, que todo costalero es capaz de reconocer al instante de encontrarse allí.
Ya se que puede parecer absurdo hablar de olores, y mucho más del olor a madera, pero estoy seguro que todo aquél costalero, incluso cofrade en general, reconoce perfectamente de lo que estoy hablando, y ese olor tan característico, es capaz de hacerte sentir, recordar, anhelar, emocionarte y suspirar. Pasan ya varios meses desde que la Semana Santa 2011 echó el cierre, muchos días han pasado desde que esas parihuelas se viesen relegadas a la oscuridad de una casa de hermandad, cochera o local, y es por ello, que cuando te vuelves a encontrar de repente con ese olor tan característico, te vuelven todo ese tipo de sensaciones vividas bajo los faldones.
Cuando viene a mí ese aroma tan característico me gusta cerrar los ojos y soñar despierto. Soñar con estar debajo otra vez bajo sus andas, empujar los travesaños con mis manos, sentir el peso de la brutal madera sobre mi cuello, notar el roce del palo al agarrarse en mi costal, soñar con marchas flamencas bajo el paso. Me gusta pensar en ello y experimentar de nuevo esas sensaciones que quedarán para siempre perdidas en algún rincón de mi memoria, despertadas de él cada vez que experimento ese olor de cerca.
Como habéis podido apreciar, el blog ha ido cogiendo unos tintes marcadamente cofrades, ya que yo lo he ido queriendo así conforme iban apareciendo entradas en mi cabeza. Quizás sólo aquéllos que son cofrades como yo, puedan entender el sentimiento y belleza que puede crearse en ese particular mundillo, pero me consta que ha habido por aquí gente ajena al mismo que se ha emocionado y entretenido con algunas de las entradas cofrades que he ido creando, lo cual agradezco. De todas formas, a pesar de la hegemonía cofrade que han ido copando muchas de las entradas, también he ido plasmando otro tipo de pensamientos o emociones ajena a ésta, prevaleciendo siempre opiniones personales o aficiones que ocupan mi vida, como son el Granada C.F., los toros, la fotografía, el humor, el Rocío, incluso alguna que otra crítica cinematográfica y política aparecieron por estas líneas.
Han sido más de doscientas entradas en tan sólo un año, más de cien vídeos publicados, más de quinientas fotos propias editadas, más de catorce mil visitas, treinta seguidores y muchas muchas horas sobre el portátil dándole forma para que todo esto tuviese algo de sentido. Aunque cierto es, que para aquellos que nos gusta esto de las redes sociales, o simplemente escribir cuatro líneas con mayor o menor acierto, puedo decir que sirve incluso de terapia, hace sentirse mejor con uno mismo, desahogar ciertos pensamientos y mostrarlos al mundo.
Ha sido un blog de andar por casa, familiar, en el que todos aquellos que me seguís y leéis, ya sea asíduamente o de forma esporádica, habéis hecho sentirme arropado y entendido muchas veces, por lo que se ha ido creando un lugar de encuentro en el que habéis podido dejar en muchas ocasiones vuestras opiniones sobre lo publicado. Por ello, muchas gracias a todos aquellos que habéis hecho de la luz del guardabrisas un rincón familiar y coqueto, en el que compartir nuestras opiniones y experiencias. Por todo ello, muchas gracias a todas las luces que se van encendiendo en el guardabrisas, y aquellas que se irán encendiendo con el tiempo. Espero que el siguiente cumpleaños podamos ser muchos más los que nos acercamos a este humilde blog, que a pesar de no ser grande, tampoco pretende serlo.
Esta familia está instaurando en Sevilla un estilo propio de trabajar bajo los pasos, donde el compromiso con las cofradías y con sus costaleros está por encima de todo. Ya se que en nuestra tierra no se estila mucho las grandes sagas familiares delante de los pasos, pero en Sevilla el tema está a la orden del día desde hace ya mucho tiempo. Aunque es cierto que en Granada, cada vez se lleva más lo de que un mismo capataz saque varias cofradías a lo largo de la semana, estamos acercándonos a la tendencia de la profesionalidad, nada de capataces de hermandad, gente que sepa enseñar a costaleros e inculcarles los valores mínimos que se han de tener para meterse debajo de un paso. Aunque es cierto que salvando las distancias con la ciudad del Guadalquivir.
Nunca he trabajado con ellos como es lógico, y no por falta de ganas evidentemente, pero es cierto que para mí sería un sueño poder compartir sus enseñanzas al costalero, adquirir ese carácter añejo y antiguo que imprimen a sus cuadrillas, ese estilo marcado de cuando existían costaleros profesionales, pero todo ello con dedicación y amor a esta profesión, que aunque no la sea actualmente, prácticamente se convierte en ello durante toda la Cuaresma y la Semana Santa sevillana. Esa figura de capataz respetado y admirado que saber imponer sus más estrictas creencias en esto, consecuente con su estilo hasta el final, es todo un lujo poder admirarlos en plena calle delante de cada paso.