
Y digo que quizás no sea la persona más idónea para hablar del tema, porque no soy un gran conocedor de la visita papal a Madrid ni el contenido de la misma. Por lo poco que puedo entender, se trata de de la reunión de miles de jóvenes llegados de todas las partes del mundo, todos ellos con unas mismas convicciones morales y creencias religiosas. En serio, que esta entrada no la he hecho pensando en defender o atacar dichas Jornadas, para ello ya hay miles de entendidos haciéndolo a diario de diversos modos, sino de exponer mi perplejidad ante el alubión de críticas hacia la misma por parte de la sociedad española, o por lo menos, eso es lo que tratan de mostrarnos determinados medios de la prensa.

Tampoco quiero entrar en el debate de las cifras que supondrán la visita del Papa a nuestro país, tanto favorables como desfavorables, pero creo que queda claro que, por supuesto, en ningún caso supondrá una pérdida importante para nuestro gobierno, al revés, con la que está cayendo en estos tiempos de crisis y miseria, no nos vendría nada mal algo de beneficios extra por poco que sea. Sobre todo, a aquellos comerciantes y hosteleros de la capital que harán su "Agosto", nunca mejor dicho, así como los empleos tanto directos como indirectos que lleva creando desde hace ya algún tiempo.
Uno de los argumentos que más he escuchado en este tiempo es el de porqué la sociedad española ha de pagar con sus impuestos los gastos que supone la visita del Papa a Madrid. Y es que a parte del despliegue policial tan importante que esto supone, no encuentro ningún otro gasto excesivo derivado de la misma, ya que el resto de gastos está siendo sufragados por parte de la inversión privada del evento. Y aún así, hay que recordar que el Papa es el Jefe de Estado del Vaticano, por lo que habrá que recibirlo como tal, seguro que si recibimos la visita de cualquier otro, no se habría liado ningún otro revuelo como el actual.
Por ello, al margen de mis creencias y convicciones religiosas sigo sin entender porqué las protestas sobre el evento van más allá de una simple crítica en nuestros círculos más cercanos, y nos empeñamos en recoger firmas, manifestarnos, crear debates y polémicas, cuando lo único que esa gente quiere hacer en la capital española es reunirse en torno a una misma fe, sin perjudicar ni meterse con nadie. Si a alguien le molesta pasear por las calles de Madrid y encontrarse ese jolgorio de vitalidad y juventud, le recomiendo pasar unos días en la playa, aislarse, e intentar aliviar esa ira frustrante que le lleva molestarse por todo.
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