jueves, 1 de marzo de 2012

A TAN SOLO TREINTA DÍAS...

Estamos a tan sólo 30 días de que este período de agonía y espera se consuma, 30 días eternos en los que suspirar por la llegada del Domingo de Ramos, y en los que el crujir de las gigantescas puertas, irrumpirá en el silencio de nuestros templos. Llega Marzo con aires primaverales en su costado, con tardes cofrades de arte y ensayo para quemar el último mes del calendario, antes de que Abril irrumpa en este año con sones de corneta. Tan sólo un mes completo nos separa del redoble de campanas y de la matutina misa de Palmas.

A tan sólo 30 días para que comience a rodar la Semana Santa de este año, para que los claveles incrustados en los pasos rocíen de esencia las iglesias, para que los geranios postrados en los balcones de los barrios se orienten hacia las imágenes que se paran a su paso. Sólo treinta días para que la primavera aceche la ciudad con lluvias de pétalos sobre los palios de nuestras devociones, y para que el atardecer se consuma impotente sobre el rostro lloroso de nuestra Madre.


A tan sólo 30 días para que la cera se derrame sobre la calzada y las aceras, para que las cruces de guía gobiernen nuestras calles a la cabeza de ríos de capirotes y estandartes. Es un mes el que queda, para que una palmera compadezca en Puerta Elvira, para que el silencio quede roto por el golpe del muñidor anunciando al Sagrado Protector, y para que se cene entre izquierdos y costeros en Jesús y María. Sólo treinta días, para que el arte de un barrio llamado Realejo sea una Cañilla, para que el verde Esperanza ilumine las campanas de la Vela, y para que un tono asalmonado se refleje en las aguas del Darro.

Tendrán que pasar estos treinta días, para poder escuchar el racheo de adoquines por San Matías, para convertirnos en marineros con la Salve ante el Rosario, y para que el día grande del Albaycín llene su colina de pasos. Será entonces, cuando el silencio quede roto por el crujir de la madera, y la muerte avance con un sigiloso paso entre la oscuridad, ausente sólo en sus hachones. A partir de entonces, el Señor de Granada esculpido en piedra, recibirá la humilde visita de su Madre Soledad a las tres de la tarde de un Viernes Santo.


A tan sólo treinta días para ponerse la faja y el costal, para que la tranquilidad de las calles se vea corrompida por tambores y cornetas, para que el pabilo encendido adquiera protagonismo, para que las voces de un capataz se conviertan en poesía y para que el sonido de un llamaor sea dulce armonía para los oídos . Sigue la cuenta atrás en este largo caminar, y ya estamos, a tan sólo 30 días... 

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