En la puerta de la Herrería, el Silencio se torna Blanco tras el séquito de cruces de San Juan, ese mismo que con presteza dialoga y acompaña la Amargura de tu Madre, ese que bajo palio enriquece dulces melodías que un día Font de Anta compusiera para convertir tu rostro más solemne, y tu nombre en un himno de Amarguras. Será el Desprecio ante tú Silencio, el que haga enmudecer a romanos y sayones sobre tu pedestal dorado, y una mano Villanueva conducirá a Herodes por Sevilla, ese mismo que con dedo acusador te despreció frente a tu madre Amargura, y San Juan Evangelista.
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