Avanza imperioso el mes de Mayo sobre el calendario de este extraño año. Mes de gloria por excelencia, en el que, tras apagar los cirios penitenciales, las Glorias de María comienzan a invadir las calles. Mayo es el mes de las Cruces y las Ferias, de Patios adornados, de arenas rocieras, y de arte acompasado con guitarra flamenca, Mayo es poesía andaluza que rezuma en cada una de sus fiestas, es vestirse de flamenca, de sacar lo pasos más gloriosos a la calle, y de una manzanilla bien fresca.
Pues bien, entre estos aires renovados de primavera, La Peregrina volverá a surcar tus arenas, de recorrer el camino que atropelladamente le llevará hasta tu aldea, y de marchar entre letras de amor a tus marismas almonteñas. Atrás quedó un año en el que no pudiste servirnos de cobijo al final de las largas jornadas de camino, no pudimos recogernos en tu cálida hospitalidad a la que comenzaste a acostumbrarnos en tan pocos años de recorrido que llevas.
Pero este año, por fin, volverás a tomar carretera de forma somera sobre el asfalto, que te llevará al desembarco de Coria, a las mismas orillas del Guadalquivir, aquel que prolongará tu despedida para que te adentres en el auténtico camino. Serás testigo de noches eternas bajo el tierno beso que da la luna, para arroparnos con indómito instinto flamenco de guitarras y voces rocieras. Y con mucho mimo, cuidarás de tus inquilinos cuando acudan a refugiarse de la fría escarcha que les azota en las altas horas de la madrugada.
Arrastrada lentamente por ruedas de tractor, tendrás el privilegio de cruzar las arenas de esa Raya aniquiladora de fuerzas, seguramente quedarás atrapada por ellas, y disfrutarás de estar en plena naturaleza, en pleno pulmón verde de Andalucía. Cruzarás el Quema, y llegarás por el Ajolí a la Aldea, rodeada de tu gente, aquella que te hizo Peregrina y que de año en año te miman, para que los acompañes en el arduo camino hacia El Rocío.
Serás testigo de sus promesas y plegarias, cobijo de llantos y algazaras, serás consuelo del saciado y del ebrio, descanso de pies fatigados y corazones exhaustos. Volverás a recorrer kilómetros de arte hasta su encuentro, de vivir el camino que algunos no podremos disfrutar contigo, de observar imponente el interminable ocaso entre arenas y campo. Serás tu, la privilegiada de llegar entre palmas y cánticos a la cercana orilla que da entrada a la Hermandad de Granada, a la tierra bañada por la marisma.
Yo no podré participar este año en ese camino, no podré sentirme limpio en la estrechez de tu ducha, ni saborear los deliciosos caldos que conservas frescos para ser saboreados. Trabajo con empeño como si de ti formase parte en el duro caminar hasta la Aldea, poniéndote a tono para que puedas sobrellevar en condiciones el largo camino, pero no reposaré sobre tu cama después de las duras jornadas hasta El Rocío.
Este año serán otros los que formen parte de la algarabía que reinará en el interior de tus paredes, familia y amigos disfrutarán del confortable descanso de tu comodidad, y yo desde la distancia, recordaré los mágicos momentos que aprendí junto a ti camino de una Ermita, allí donde reside la Virgen del Rocío. Aunque nos encontraremos una vez hayas llegado a La Aldea, y volveremos a vivir intensos momentos juntos. Así que serás tú, querida Peregrina, la que cuide de los míos en ese precioso camino, junto a un simpecao granaíno.
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