A pocas horas, de que un simpecado granadino desempolve sus enormes ruedas y sea tirado por nobles bueyes, salga dispuesto a ser recibido por el fervor de su ciudad, de despedirse de su Patrona, y comenzar un largo caminar que le lleve hasta su Aldea. Pocas horas para que el peregrino le acompañe entre el silencio interior de una oración, y el compás de unas sevillanas cantadas con fervor. Las carretas partirán en fila india hacia el camino que lleva a tus marismas, a recorrer las arenas en tu encuentro, y siempre con tu imagen en el pensamiento. Pocas horas para que aquellos que peregrinarán durante días bajo el arduo calor y el camino polvoriento, sueñen con tenerte un año más ante sus ojos, para poder gritarte a la cara, ¡¡¡Viva la Virgen del Rocío!!!.
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