La noche no auguraba nada bueno, el gélido frío siberiano conquistaba los cimientos rojiblancos hasta quitarle las ganas a cualquiera de ver fútbol en un campo. Pero la afición granadina quiso luchar contra aquellos que se empeñan, jornada a jornada, en deslucir el bello espectáculo del fútbol, con horarios y días totalmente intempestivos para que la afición pueda acudir a las gradas sin problemas. Y no sólo fastidia al aficionado granadinista, sino al comercio de la ciudad también. A pesar de la buena entrada de aficionados malaguistas que el campo registró, no quiero ni imaginar la invasión de bufandas y banderas blanquicelestes que hubiese habido, si el partido se hubiese jugado un sábado por la tarde o un domingo por la mañana, ahí hubiésemos ganado todos, pero por lo visto eso no es lo más importante para la LFP.
A pesar de todos esos contratiempos, el estadio lucía un aforo casi lleno, siendo testigos una vez más, a la lección de apoyo y afición de primera que esta ciudad se está ganando por derecho propio. El colorido se apoderó una vez más de las gradas, borrando de nuestros asientos cualquier indicio de frío, la afición se volcó nuevamente con su equipo. Lo que podía ser un derbi de alto riesgo, pudo llegar a convertirse en un hermanamiento de aficiones vecinas en la distancia, a excepción de los de siempre, que volvieron a reclamar la atención de la gente con insultos sin sentido hacia aquellos que habían recorrido un buen puñado de kilómetros para ver jugar a su equipo simplemente. Menos mal que el resto del aficionado rojiblanco estuvo a la altura, y mostró su desacuerdo ante las barbaries a las que este grupo de aficionados (si es que se les puede llamar así) nos tiene acostumbrados.
En cuanto al partido, la calefacción corporal entró en funcionamiento a ritmo cardíaco de infarto a muy poco de comenzar el encuentro, un cabezazo a bocajarro del equipo malagueño fue magistralmente parado por Julio César. Prácticamente fue un hecho aislado del ataque malaguista en la primera parte, en la que el Granada dispuso de otra muy clara ocasión frente al meta Caballero. La primera parte acabó con una infinidad de pérdidas del Granada en el centro del campo y en defensa, pero sin ninguna superioridad por parte de ninguno de los conjuntos que se batieron en el casi helado césped de Los Cármenes.
La segunda parte comenzó algo mejor para los de Abel Resino, el balón pasaba a formar parte del equipo granadino, y el Málaga poco a poco se dejaba gobernar. Y la verdad es que fue en este segundo período, cuando el encuentro subió en temperatura, las ocasiones se sucedieron en ambas áreas, y la dureza del juego fue subiendo grados. Así llegó el gol de Ighalo, y el posterior empate del Málaga, para posteriormente disfrutar del gol de Íñigo López tras un rechace, que daría el definitivo 2-1 para el Granada C.F.
Lo cierto es que en ningún momento se sintió que se había ganado al eterno rival, no creo en esa rivalidad tan intensa que nos quieren vender los medios de comunicación, son muchos años sin enfrentarse entre ellos, creo que todo aquello pasó como para que quede algún resquicio de ello. Pero si fue satisfacción máxima, no sólo porque el Granada necesitaba enérgicamente los tres puntos para no verse avocado a los puestos de descenso, sino porque se le había ganado a un equipo teóricamente superior, con aspiraciones muy altas en la clasificación, y con una plantilla espectacular, bastante más completa que la nuestra. Nombres como Cazorla, Demichellis, Toulalan, Van Nistelroy, Joaquin y un largo etcétera, engrosan las nóminas del renovado conjunto malagueño.
Por todo ello, la victoria adquiere unos matices importantísimos en la carrera del Granada C.F. en la salvación y permanencia, para poder mantenerse un año más en la máxima categoría del fútbol español. No es la primera machada que el equipo hace esta temporada ante rivales netamente superiores sobre el papel, pero espero que este tipo de resultados se repitan ante rivales que se juegan jornada a jornada las mismas premisas que el Granada. Lo cierto y penoso a la vez, es ver como los jugadores han cambiado su actitud sobre el césped desde que se cambió de entrenador, seguramente ha sido positivo un cambio de mentalidad en la plantilla y en el planteamiento inicial de cada partido. Pero mucho me temo que esta misma plantilla que algunas veces se paseó penosamente por algunos campos de España, estaba haciéndole la cama a un Fabri cada vez más discutido en el club. Una lástima que aquellos que se consideran profesionales recurran a este tipo de tretas para acabar con aquello con lo que no están de acuerdo, pero en fin, así se ha montado el mundo del fútbol y no será la primera ni la última vez en verlo.
He de reconocer, que a pesar de estar de acuerdo con la destitución de Fabri como entrenador, no me convencía mucho la llegada de Abel, pero todavía es pronto para adivinar si es acertada o no. Lo que más me gusta del cambio, es que por lo menos por ahora se sale a ganar los partidos desde el principio, sin especulaciones, hay plantilla para poder conseguir el objetivo, así que con un poco de ganas y fe, se conseguirá, aunque eso sí, sufriendo de lo lindo, como buenos granaínos.
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