Casi hace un año ya, cuando tuve el inmenso privilegio de vestirme de blanco inmaculado bien temprano para ser partícipe de la procesión del Corpus 2011. Recuerdo el nerviosismo que me acompañó en aquella mañana de Jueves de Feria, no sabía muy bien lo que me iba a encontrar, a pesar de que tantas veces me lo describieron aquellos que lo habían vivido, y esa incertidumbre ante lo desconocido me invadía el interior del cuerpo hasta que llegué al encuentro. No las tenía todas conmigo, ni siquiera disponía de una plaza asegurada bajo las andas, pero al final todo transcurrió como debía, la suerte y el Corpus se aliaron a favor mía para que aquella mañana de Junio tuviese el privilegio de convertirme en los pies de aquella mole santa por primera vez en mi vida.
Desde muy joven conocí de cerca la tradición más granadina por excelencia, la Tarasca el Miércoles, y de procesión del Santísimo el Jueves, todo ello combinado por sucesivos viajes al recinto ferial a lo largo de la semana, esa eterna semana de 9 días, en la que se prolongaba hace unos años la Feria de Granada. Una vez tomé conciencia como costalero, nunca se me pasó por la cabeza formar parte de ese idealizado grupo que tenía, de hombres afortunados y valerosos que serían los pies de la Custodia durante una vez al año. Algún año más tarde, se produjo la conocida igualá magna en la que se confeccionaron las actuales cuadrillas, igualá a la que no pude presentarme por estar ausente en esos días en la ciudad.
Y así, perdí mi primer tren para entrar a formar parte de los costaleros sagrados de blanco que portarían el Corpus. Algún año después, muchos de mis amigos que formaban parte de esas afortunadas cuadrillas, no paraban de hablarme de los indescriptibles momentos que pasaban bajo esos mágicos faldones, de las vivencias únicas que les acompañaban cada Jueves de Corpus, y de la gente que conocían bajo sus trabajaderas. Así que un año, después de acudir a varias reuniones durante cierto tiempo, me dispuse a formar parte de la prolongada lista de espera que atesoraban estas cuadrillas.
Después de esperar algunos años, la 2ª cuadrilla de costaleros del Santísimo Corpus Cristi, me dio la oportunidad de entrar en su igualá, eso sí, por los pelos. Por lo que un 23 de Junio de ese mismo 2011, me presenté en una céntrica plaza granadina con los nervios de un principiante y la ilusión de un niño chico, que me llevaron a experimentar sensaciones nunca vividas bajo los pasos durante mi experiencia cofrade. Como he reconocido antes, la suerte me echó un capote, conjugada con la maestría de Pepe Carvajal en aquella igualá, hicieron que fuera uno de los elegidos para portar la pesada Custodia del Corpus sobre mi cerviz, momento que aún recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja y alguna que otra lágrima en la retina. Momentos memorables los vividos bajo las órdenes de uno de los futuros capataces de Andalucía, el hijo del reconocido Antonio Santiago.
Y es que aquel año fue muy especial, poder disfrutar bajo el Corpus rodeado de grandes costaleros, trabajaderas repletas de años bajo los pasos, reputados capataces con los que compartí palo, y sobre todo, una misma oración de católicos y cristianos bajo el paso. Y aún así, pude recordar que dos días antes de mi enlace matrimonial, tuve la suerte de confesarme en el mismo instante que depositaban el Santísimo sobre el paso, enchido con mi costal, fajado y rendido a aquella mágica mañana de Corpus.
Pero todo ello lo recuerdo con melancolía en la distancia, este año ni pude asistir a la reunión, ni podré disfrutar de ese paso en su rachear por las calles de Granada. Es triste perderse la fiesta más importante de tu ciudad, pero en los tiempos que corren no es de recibo quejarse por tener que trabajar, ni siquiera porque el trabajo esté fuera de casa, agradeceré desde la distancia la suerte que tengo de poder perdérmelo por estas circunstancias, y por haberme hecho disfrutar tanto el año pasado. Por lo que prometo volver cuando mi 2ª cuadrilla del Corpus se enfunde su costal para cumplir con la Octava, prometo que allí estaré, siempre eso sí,si Él quiere y lo tiene a bien.
Amén... Los Avangelios...
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