He pasado horas y horas escribiendo en este pequeño umbral de recuerdos y sentimientos a los que doy salida en forma de blog. Han sido cientos de entradas en las que las palabras y las imágenes han inundado este virtual folio en blanco, al que últimamente tengo algo olvidado. Me he dejado llevar, a veces, por lo que un resquicio de alma desnuda ha querido que exprese mediante palabras inconexas, a las que dándole una pizca de razón, se convertirían en la luz de mi guardabrisas. Pero a pesar de todo ese tiempo invertido ante esta plantilla vacía a la que intento dar forma de alguna manera con algún pensamiento interno, nunca fui capaz de dedicarte una entrada a Ti.
Y seguramente seas la persona que más merece aparecer en estas absurdas líneas, porque si ellas están llenas de pensamientos internos, sentimientos destripados con el alma abierta, o simples razonamientos faltos de cordura en muchas ocasiones, siempre serás tú la base sobre la que se aposenten mis elucubraciones más íntimas y personales. Quizás nunca antes me atreví a hacerte protagonista de este escondido blog por vergüenza a expresar mis sentimientos, por miedo a abrir la puerta del corazón y dejar salir todas las emociones que realmente me importan, aquellas que sustentan mi vida de principio a fin.
Pero hoy es un día distinto al resto, un lunes encapotado, resacoso del domingo playero, de deseos perdidos en hogueras de madrugada, pero especial para nosotros ante todo. Tal día como hoy, pude vivir intensamente la mayor de las experiencias que nunca pensé que podría vivir. Porque tal día como hoy, próximos a esta hora, me dirigía pensativo y algo nervioso hacia el altar de mis sueños. Ansioso por todo lo que de ese día esperaba, pude verte llegar en el trasluz de la puerta de Sto. Domingo, agarrada a tu padre, y con esa sonrisa que llenó de luz toda la nave central del templo. Miraste en la distancia y me encontraste esperando en el altar junto a mi madre, esos grandes ojos marrones se me clavaron donde más duele, y desde ese mismo instante, supe que ese sería el mejor día de mi vida.
Ya se que en realidad llevamos más tiempo compartiendo nuestras vidas, pero tal día como hoy de hace una año, pudimos celebrarlo ante los ojos de Dios en su casa, y compartir nuestro amor con amigos y familiares en ese gran día para nosotros. Pude sellar nuestro vínculo donde siempre soñé, tal y como lo había imaginado desde hace muchísimos años, en presencia de la mayoría de mis devociones, pudiendo presentarte ante ellas como mi esposa desde ese mismo momento.
El resto de aquel día quedará para nuestros recuerdos, momentos inolvidables se seguirán avalanzando sobre nuestra memoria para que nunca olvidemos ese gran día que vivimos juntos. Así que la entrada de hoy, como no podía ser de otra manera, es para ti, para la mujer que hace girar mi mundo cada día, la que me da fuerzas para enfilar cada semana la carretera y volver cada cinco días a su vera, porque aunque solo sea para unas horas, el esfuerzo merece la pena.
Hoy quiero recordar aquel inolvidable día, volver a visionar las interminables fotos que lo retrataron, y revivir junto a ti los recuerdos que mantendremos vivos durante años. Se y espero, que llegarán días que superarán en emoción al de la boda, que nuestra casa se llenará de sonrisas infantiles algún día, pero hoy quiero recordar tal día como hoy de hace un año, para que aquella promesa que nos hicimos junto al altar, de cara al Señor y frente a todos, sea en realidad para siempre.
A ti, la que da sentido a mi vida.
Tq.
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