Nunca fuí un entendido experto en flamenco, pero a veces se reconocer el arte donde lo hay, y no creo que haya que ser ningún entendido para reconocer la maestría de un excelente artista como lo fue, es y será Enrique Morente. Pues bien, ese cante del maestro Morente se quebró definitivamente, en desgracia para todos aquellos aficionados que apreciábamos su arte. Según los servicios médicos de la clínica madrileña donde se encuentra ingresado, el artista albaicinero se encuentra en estado de muerte cerebral, por lo que sería cuestión de tiempo el fallecimiento definitivo.
Aún recuerdo como en mi infancia solía recorrer los pesados viajes en coche hacia el destino vacacional en familia con la banda sonora de fondo del quejío de una voz flamenca que cantaba a la estrella, con un sentimiento que nos hacía sobrecoger a todos los hermanos dejándonos quietos en nuestros asientos. Siempre escuché su voz a lo largo de mi vida en todos los rincones de casa, mi padre, como buen aficionado al flamenco, nos enseñó durante años su cante. Más tarde en el tiempo, como adolescente que descubría nuevos sonidos apareció en mi vida Omega, disco que me dejó impactado de como un grupo de rock podía compaginar sus melodías con un cantaor flamenco. Aquello fue una muestra más de su inteligencia como artista, de un arte innovador que levantaba las suspicacias de los flamencos más puristas.
A raíz de aquello mi interés por el artista fue in crecendo, y ni que decir tiene los momentos tan emotivos que nos hizo pasar en las recogías del Huerto, fiel devoto de su Amargura, le cantó saetas en el barrio del Realejo. Inolvidables también para mí fueron aquellas saetas de silencio bajo la luna llena en un frío Albaicinero que cantaba desde su puerta, y que hacían arrancarme una lágrima bajo el Señor de la Misericordia al que emotivamente le cantaba.
Siempre fue un adelantado a su época, y sobre todo un innovador al que nunca le importó poner su cante y su arte a disposición de otras corrientes musicales, las cuales adornó majestuosamente dándole su toque inconfundible de artista flamenco de los grandes. Hoy ya no volveremos a escuchar su voz quebrada por las calles de Granada, pero nos deja su legado, el cual podremos seguir disfrutando con el paso de los años, su mejor regalo. Así que desde arriba podrá seguir cantándole a su Amargura, con mi padre como uno de sus mayores aficionados.
Descanse en Paz.
Ya no será lo mismo los encierros de la Amargura cuando todos mirábamos para arriba buscando ese balcón desde donde le cantaba a su Reina. Ahora seguiremos mirando hacia arriba pero buscando esta vez el balcón que le habran dejado en el cielo.
ResponderEliminarY esta noche,cuendo mireis al cielo,fijaos bien,que habrá nacido una estrella,la mas luminosa,la mas grande y bonita desde la que se podrá ver y oir dentro de nuestra alma al maestro que siempre llevó a su tierra por bandera y universalizó nuestras raices.Gracias por todo,MAESTRO
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