Pasan las horas, los días, incluso semanas, y aquí permanezco delante de un folio en blanco al que aferrarme para poder superar mis miedos. Pero tras observar el discurrir del paso de las manecillas del reloj de pared, este folio virtual sigue en blanco. Han pasado muchos minutos, quizás horas, y ensimismado en mis miserias continúo con los dedos sobre el teclado, inmóvil, sin poder utilizarlos.
Pasan ya muchos días y no aparece ninguna nueva entrada en el blog, el folio sigue en blanco, carente de inspiración, incapaz de darle la forma que otras tantas veces supe modelar a mi manera, de expresar tantos sentimientos y maneras de vivir, pensamientos a veces irracionales que navegaban a la deriva en mi cabeza. No consigo conectar con mis manos como hasta hace poco lo hacía, un muro en mi interior bloquea mi destreza, y esa maldita inspiración se enfrenta a mis deseos de empañar ese maldito folio en blanco que mina mis ánimos.
Es cierto que puedo vivir sin llenar estos renglones de idioteces o desvaríos que en muchos momentos de escasa lucidez bombardeo normalmente este portal manchado de sin razón. Pero eso me hacía feliz, poder destripar a través de las palabras mis más íntimos anhelos, me reconfortaba hasta sentirme pleno. Se que quizás no mereciera tanto la pena para el lector, pero a mí me servía de reconfortante terapia ante este machacado teclado de ordenador.
Imagino que los más grandes escritores y duchos en la prosa y el verso, pasaron en algún momento de sus vidas por la falta de inspiración, la carencia de buscar una razón en sus palabras, en la construcción de sus frases. No es que me compare con ellos, por supuesto, pero me consta que algún que otro bloguero como yo, de esos que intentan desmenuzar sus aficiones y pensamientos en un espacio más que íntimo y personal, también pasaron por estos trances tan incómodos.
Y lo cierto es, que a menudo en esta cabecita loca mía, me siguen bombardeando algunas ideas merecedoras de ser plasmadas en este maldito folio en blanco, pero intento guardarlas como oro en paño, incapaz de darles salida una vez que me pongo y las rescato, me falta darles conexión, sentido y enfocarlas en una misma dirección.
Quizás sea este calor estival el que no me deja pensar con claridad, la distracción de los días de vacaciones, o la monotonía diaria en el trabajo las que me impiden ver con nitidez el revoltijo de ideas que pululan en mi cabeza. Quizás sea esta insolente situación que azota el país, la falta de medios, o ver como se achica a pasos agigantados nuestro nivel de vida, los que pongan freno a mi inspiración, o quizás la rabiosa impotencia al ver cómo las personas responsables de guiar nuestro país se ahogan en sus propios vómitos políticos. Quizás sea una mezcla de todo eso, no lo se.
Pasan ya muchos días, y la luz de este guardabrisas se oculta agazapada de su propia sombra en esta indómita oscuridad de la inspiración. Continuas han sido las veces que me envalentoné ante este folio en blanco, y las mismas las que me ganó la partida últimamente, dejándome fuera de juego, totalmente k.o.
Pero hoy me ví con fuerzas, no quise pensarlo mucho y me dispuse a dejar atrás mis días de tinta seca, y lo primero que se me pasó por la cabeza, han sido estas primeras líneas después de algún tiempo, no se como se portarán ante tu visión, querido lector, pero no pienso echar la vista atrás y repetir el proceso, ahí queó. Porque esta llama consume otra vez el lánguido pabilo, dando un poco más de luz a este guardabrisas que espero siga alumbrando mis pasiones durante mucho más tiempo. Por fin pude borrar este dichoso folio en blanco que me miraba desafiante cada día, y creo que algo dentro de mí, ha vuelto.
Pues para no estar inspirado, la entrada está muy bien. jajajja. Ánimo, que se de sobra lo exigente que es mantener abierto un espacio de estos. ¡Un abrazo grande!
ResponderEliminarEn estos momentos te domina tu lado oscuro,paciencia(Dexter Morgan dixit)
ResponderEliminarDías duros en los que algunos necesitamos la luz y el cobijo que nos da este guardabrisas. Gracias y ánimo.
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